viernes, 23 de noviembre de 2012

Judas Priest - Painkiller (1990)


Qué mierda. Había escuchado Rock and Rolla, un gran épico Sad Wings of Destiny (que pronto reseñaré) y un más que interesante British Steel. Pero nada me había preparado para esto. Painkiller es un disco de la c** de su madre. 



Redefine todo Judas Priest, que hasta el momento, se basaba en los carriles sabbathianos y no mucho más. El tema debut del disco deja todo claro. Ahora nos gustan los Maiden y los podemos superar. Y carambas, que el disco reventó absolutamente todo. 

Arrancando por el arte de tapa, la motocicleta llena de aceros puntiagudos y demoníacos personajes, me pareció asistir a un revival a Iron Maiden. Pero encontré mucho más. Si bien los Maiden son la clara referencia de Painkiller, no encuentro parangón con muchos de sus discos. Judas Priest los imitó, y podría decir que los superó. Rob Halford es una bestia en este disco, lo mismo que Scott Travis, el debutante batero que la rompe totalmente en este álbum. Painkiller, el tema inicial es una bestialidad total. A mis favoritos del metal por siempre. Bueno, también Hell Patrol; Tipton y Downing nunca estuvieron tan acertados en su logística metalera. All Guns Blazing, también!! Por favor, ayúdenme!!! Estoy asistiendo a una sobredosis de metal!!!!

Hay riffs por todos lados. Te agachás y te empoman con uno, tené cuidado. Lo curioso es que no necesitan ocho minutos épicos de heavy metal; con casi cuatro te sacuden la crisma. 

Leather Rebel demuestra las virtudes de doble pedal ametrallador de Scott Travis. Un track con un nombre polémico. ¿Qué tan rebelde podés ser? (Cuidado con la acepción de que Halford instaura la moda del cuero con tachas súper sadomasoca y que eso hace del heavy metal en los años subsiguientes una cosa hiper-gay). 

Metal Meltdown haría sonrojar a Ronnie James Dio (hats off). Born Again de Black Sabbath, aunque más down-tempo, se me ocurre como otra referencia interesante a esta sopa metálica de Judas Priest. A estas alturas se ha despegado de Iron Maiden totalmente, para establecer otra cosa, que no sé muy bien qué es, pero seguramente es mejor que cuaquiera que haya conocido en el género.

No, que nunca escuché a Tipton y Downing tan ajustados. Night Crawler es otro ejemplo en este álbum que pinta para clásico. Rob tampoco había tenido esta demoníaca profundidad en su voz.

Between the Hammer and the Anvil no tiene nada de espectacular, pero el tapping en el solo justifica cualquier cosa. 

A Touch Of Evil tiene esa cosa de fines de los ochenta que todos detestamos, pero el riff nunca cae. 

Hay un intermezzo batallesco, y el disco termina con One Shot of Glory, que mantiene la línea del disco pero nunca lo hace decaer. Para el que lo escucha, después de cuarenta minutos, podría decir que la monotonía lo opacó, pero en el caso de Painkiller entero, eso no sucede nunca; la batalla es tan ardua y tremenda que no deja lugar a esos pensamientos. Solos, solos, y solos. Nunca te podés cansar de esto. 

En suma; es la tercera vez que escucho el álbum y se ha transformado en una referencia metalera por siempre (eso que soy buen fan del metal, que no se diga). La inclusión de Scott Travis en la batería es un hito fundacional; la voz espectacular de Rob Halford y la finura metalera de Tipton y Downing hacen de Painkiller una cosa fundamental, estridente, borracha de metal y parangón absoluto para todo aquel que ame el género. 



Nunca me sentí tan cerca del verdadero metal (y no esas bostas horrorosas necrofílicas) como con Painkiller. Para mí, con pocas escuchas, es un clásico y ya lo firmo.

Ficha del álbum:

Subgénero: Heavy Metal/ Speed Metal.
Tiempo total: 46.05
Salió al mercado: 3 de septiembre de 1990.
Se grabó en: enero- marzo 1990 en Miraval Studios, Francia; y Wiseloord Studios, Holanda.
Mejores canciones: Painkiller, Hell Patrol, Night Crawler, Between the Hammer and the Anvil.
Lo mejor: Judas Priest como nunca los escuché en la puta vida. Y digo todos sus integrantes (añado al mostro de Scott Travis, baterista, que da un nuevo rumbo a los Priest).
Lo peor: No hay nada malo, aunque el disco decae al final. Puede que alguna canción quede opacada por la anterior o la posterior. A Touch Of Evil no me gustó demasiado por su cuestión sintetizada, pero incluso así es entendible por el contexto de la época.
Disco apto para: Romperte el marote contra cualquier cosa y aprender lo que es el heavy metal en cuarenta minutos.
Puntuación: 4,5/5.  



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